martes, 20 de febrero de 2007

BUENOS AIRES, MALOS TIEMPOS PARA VOS











BUENOS AIRES, MALOS TIEMPOS PARA VOS

Tiene una canción Fito Paez que me emociona sobre manera. Recoge la descripción poética de una ciudad a la que ama y a la que hoy toca dar un homenaje. La canción en cuestión dice así:

" En Buenos Aires brilla el sol y un par de pibes, en la esquina, inventan una solución.

En Buenos Aires todo vuela, la alegría, la anarquía, la bondad, la desesperación... En Buenos Aires casi todo ya ha pasado de generación en degeneración." .

Solo poner el pie en tierra se encuentra uno con una ciudad en continua transformación, orgullosa y nostálgica de su pasado, poniendo en boca de cada bonaerense que cuando el 1 a 1 vivian mejor. Hoy en día aun quedan esos ecos y te provocan una sensación de que se disfruta con las glorias pasadas y hay escasas ilusiones en los nuevos proyectos.

Hay un célebre dicho popular que dice: "Los mexicanos provienen de los aztecas, los peruanos de los incas y los argentinos, de los barcos". Y es que Buenos Aires es una ciudad de inmigrantes e influencias del extranjero, distinta, tanto en su aspecto como en su carácter, del resto de las grandes metrópolis sudamericanas.

Fue fundada, como no podría ser de otra manera, a orillas del Río de la Plata en el siglo XVI. En sus orígenes una importante comunidad genovesa la reinventó para que a finales del siglo XIX fuera una potencia en la industria cárnica y un importante centro cultural cuando el resto de Occidente pasaba penurias por las guerras y las depresiones.

Algunos adjetivos más que me vienen a la mente cuando escribo sobre esta ciudad son los de Introvertida, obsesionada con la apariencia, con capacidad para reinventarse y egocéntrica cual Narciso en su estanque.

" Y Buenos Aires come todo lo que encuentra como todo buen Narciso, nadie como yo.

Pero el espejo le devuelve una mirada de misterio, de terror y de fascinación."

Buenos aires supo asimilar lo mejor del resto del mundo, con lo que dotó a sus calles de la esencia de la mejor arquitectura mundial: Bulevares parisinos, un teatro de ópera de estilo barroco español, monumentales fuentes italianas y una cuadrícula modernista semejante a la de barcelona. A su vez, los muelles de Puerto Madero se inspiraron en los de Londres, al igual que los buzones y las cabinas telefónicas de color rojo del elegante barrio de Recoleta, donde nació y esta enterrada Eva Perón. El resultado de semejante mezcolanza es una sensación curiosa, con todos los símbolos de una ciudad imperial, pero sin una historia imperial tras de sí, en fin, un auténtico palimpsesto (Me encantó esta palabra oída a un porteño).

La mejor forma de conocer la ciudad es a través de los taxistas. A los que somos curiosos nos encanta que nos cuenten cosas de cada ciudad y ningún lugar fue tan bueno para esta práctica como Buenos Aires. Es una enciclopedia "taxista". Recuerdo que mientras nos llevaban a los diferentes destinos, los taxistas soltaban la mano del volante y, haciendo aspavientos y exagerados ademanes, nos pasaban lista a la situación política, económica y social del país. Si algo no lo quería platicar nos decía sin inmutarse "eso no lo conversemos".Nos quedamos con la sensación que de nada sirven los tertulianos radiofónicos cuando es un taxista el que habla. Un orgullo ser de este gremio en Buenos Aires.


No seriamos justos si no dijéramos que es una ciudad erótica y sensual. Es aquí donde nació ese baile que es lo más próximo a una penetración en posición vertical y con la ropa puesta. Hubo que esperar a que los franceses adoptaran el tango en su cultura para que el pequeño bandoneón se hiciera un hueco entre las clases adineradas de Buenos Aires. El ritual de este peculiar coito bailado no ha perdido ni un ápice de su brío en manos de los elegantes hombres vestidos de negro cual réplicas de Julio Iglesias. El otro gran placer carnal de la ciudad es su célebre carne a la parrilla, presente hasta en la más humilde de las casas.

Estos dos placeres resumen la esencia paradigmática de Buenos Aires: por un lado, el nostálgico y decadente hedonismo forzado de miles y miles de italianos y españoles que huyeron de los rigores del Viejo Continente y, por otro, ese sentimiento de culpabilidad tan vituperado que hace que uno tome conciencia de que lo propio y bueno llegué algún día a su fin. Pero aun entonces, siempre habrá tiempo para un último tango. Pero esta vez no será Paris quien bien valga “este” tango.


“En Buenos Aires nos acechan los fantasmas
del pasado y cada tango es una confesión.
Cuando en el mundo ya no quede nada,
en Buenos Aires la imaginación.

En Buenos Aires he perdido mil batallas
pero hay una guerra que pienso ganar”.

jueves, 8 de febrero de 2007

I LOVE NY








Lo primero que te llama la atención cuando conoces a NY es que te “suena su cara”. Es decir, que te embarga esa inconfundible sensación de un déja vu, o más exactamente, un déja visité. Quien mejor describe lo que digo es Stevie Wonder (si, el de “si bebes, no conduzcas”). Este famoso compositor y cantante tiene una canción que se llama “Living in the City” donde una parte de una estrofa dice:”New York, Just like i pictured it”. Supongo que los lectores doctos en ingles (el mio es malo porque mi profesor es malo) sabrán traducirla inmediatamente y si no, poco más o menos, sería “Nueva York, tal como me la había imaginado”. Nada resulta extraño, sino al revés, todo tiene un aire familiar: Las luces de Broadway, los taxis amarillos, el vapor que sale de las alcantarillas, la gente que hace footing en Central Park, las curvas sinuosas del Guggengeim…


Para las generaciones que han crecido con las películas de Woody Allen o series tan conocidas como Kojac, Cagney y Lacey, Friends o Sexo en Nueva York, la ciudad de los rascacielos no depara sorpresa alguna, ni el atropellado inglés de los taxistas ni esa milagrosa habilidad para apretar el timbre de una puerta con dos enormes bolsas de papel marron que se han comprado en un supermercado vecino (“Colmado”, según los latinos). Tuve la oportunidad de visitarla durante tres semanas hace un año. Estuve durmiendo con una familia que vivia en Brooklin, al lado de Prospect Park. Solo la entrada con esa barandilla típica de las calles neoyorkinas ya era de teleserie. Además, todas sus conductas, comportamientos y situaciones vividas me hacian sentir como si nos estuvieran continuamente filmando para salir en una “movie” o por la TV. Era muy divertido predecir cosas con la única información de lo que ya habia visto en alguna película. Recomiendo ver “Manhattan” de Woody Allen antes de visitarla. Si, ya se que es muy tópica, pero reencarna el espiritu de esta ciudad a la perfección. También sugiero “Gangs of New York” con una increíble interpretación de Leonardo Di Caprio y una visión muy sugerente de cuales fueron los inicios de esta imponente ciudad.


NY no decepciona. Se entrega de lleno a todo aquel que se presta. Además, le obliga a uno a reconsiderar la idea que pueda tener de ella. Una vez pasado el primer trance de familiaridad, las primeras veinticuatro horas de exposición le pueden dejar a uno tan entusiasmado como derrotado, molesto o perplejo. La primera sensación que tuve al salir por una boca de metro en Manhattan fue la de una hormiga diminuta en medio de unos gigantes de hormigón. No dejaban ver el cielo y mis ojos recorrian sus terribles fachadas buscando algo de luz. Es una emoción indescriptible. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en el World Trade Center, NY volvió a ser la ciudad donde más ojos se dirigian. Gracias a las nuevas tecnologías pudimos ver la catastrofe en directo y también vimos el terror dibujado en sus habitantes y la posterior fuerza y determinación para superar tamaña tragedia. Con su skyline (el más famoso del mundo) cercenado para siempre, es posible que su espiritu también haya cambiado, esta vez para bien.


Asi como en otro artículo dijimos que Sevilla podria representar bien los tópicos que se le atribuyen a España, NY no es ni mucho menos América. En esta ciudad siempre se respira un aire diferente que es un combinado o mezcla de razas, valores, paises… es un cocktail perfecto que se nutre de todas las culturas para ser una de las ciudades con más vida diurna y nocturna que he conocido nunca. Un buen consejo gastrónomico que os voy a dar es que viajeis a todos los paises del mundo a través de su comida “chatarra”. Podeis elegir cualquier restaurante de comida rápida y barata con la única condición de que cada dia sea de un pais diferente (No os imaginais la cantidad de sorpresas culinarias y de sabores exóticos que os vais a encontrar). Por poco dinero podreis comer en un etiope de Queen´s, en un Mongol de Brooklyn, en un australiano (excelentes vinos) en Staten Island. Todos estos barrios forman la increíble diversidad de esta ciudad dotandola de carácter propio y haciendo micromundos dentro de lo que ya es un estado dentro de otros Estados más “unidos” por su cultura homogénea. Hay tantas cosas que ver en esta ciudad que los primeros turistas de la ciudad son los propios lugareños, habitantes de un Nueva York que desconocen. Mi amigo John, oriundo de esta ciudad, nunca ha visitado el Bronx.

Desde Woodlawn Cemetery hasta la Mcsorley´s Old Ale House de East Seventh Street, desde el almuerzo en el Sylvia´s on Lenox en el barrio de Harlem hasta el jazz de Village Vanguard, desde las ostras del bar de la Grand Central Station hasta los pasillos de la sección de libros de segunda mano de la Srand Book Store, hay infinidad de rincones insospechados, curiosidades, acrónimos (como DUMBO, Down Ander the Manhattan Bridge Overpass, “Por el paso bajo el puente de Manhattan”), bares, museos entretenimientos y comunidades étnicas para llenar toda una vida y no un mero bocadillo de salt-beef .


Hay una Gran Manzana para todos los gustos, intereses y expectativas y, cosas de la historia, podría haberse llamado Nueva Ámsterdam. Nueva York se merece no una, sino mil vidas para conocerla y amarla. Gracias Woody por presentárnosla.