miércoles, 22 de abril de 2009

LA EXPERIENCIA DE UN CRUCERO... TODOS A BORDO!!!!














La experiencia de realizar un crucero siempre la había dejado reservada a las personas que "operan" en el segmento del lujo en nuestro país. En este caso, los cruceros se han abaratado lo suficiente para que todos los que tengamos ilusión, ganas y pasión por el mar podamos ir. Si a esto añadimos la ventaja que es uno de los pocos cruceros que sale de la ciudad de Valencia, ya tenemos la combinación, o mejor dicho, la tentación perfecta.



Llegamos el lunes al puerto con las maletas cargadas y la primera y gran diferencia que te encuentras con los aviones es que no te piden limitación de peso. Empezamos bien pues. Una vez embarcados descubrimos que el barco es un mundo aparte. Hay tripulación y pasajeros. La tripulación era de todas las nacionalidades aunque lo que más llamaba la atención es que todos hablaban un perfecto español. Comenzamos subiendo a las cubiertas donde el equipo de animación, mayoritariamente cubano y brasileño, comenzaba a hacer bailar a la gente. Se notaban las ganas de pasarlo bien ya que había alegría en las caras de las personas y no dejaban de hacer coreografías. Después bajamos al bar para descubrir algo que también nos sorprendió. Normalmente, cuando te ponen en los anuncios que va todo incluido te esperas que sea solo una parte, o que haya muchas cosas que no estén dentro de ese "Todo Incluido". Puedo asegurar que "Todo incluido" significa eso. Que te puedes pedir cualquier cerveza, café, crema catalana, mojito... a cualquier hora del día.


Dejamos atrás Valencia y navegamos hacia el puerto de Civitavechia. Por delante nos quedaba día y medio de navegación ya que llegaríamos sobre las 8 de la mañana del miércoles. Mientras tanto, pudimos disfrutar del barco y así lo hicimos. Las instalaciones de las que se puede disfrutar son un gimnasio, una biblioteca, peluquería y spa, piscina, bar y, como no, casino. Cualquier necesidad que tuviéramos la teníamos cubierta así que el primer día lo dedicamos a pasear y descansar mientras el sol hacia su tratamiento antiblanqueante en nuestras malogradas pieles invernales.



La noche es una pasada. Los espectáculos comienzan a las 21:15 en un salón donde bailarines y bailarinas perfectamente disfrazados según sea el tema, realizan sus coreografías. También se disfruta de la orquesta Pacific que marca el ritmo a los cantantes. Una vez visto el espectáculo nos dirigímos a cenar en el restaurante del barco. La carta era digna de mención ya que tenia 3 primeros platos, dos sopas o ensaladas, 3 segundos o cualquier plato que pudiera sugerir el chef. Es increíble la calidad y la cantidad de comida que puedes llegar a comer en un crucero, y de ahí la leyenda de que siempre se engorda 2 o 3 kilos. Ya he puesto en marcha el tratamiento adelgazante con la ayuda de la bicicleta. El servicio es excelente y siempre están pendientes de uno, por lo que es adorable compartir una cena con amigos o con tu pareja. Una cosa importante es que puedes pedir los platos que quieras pero os aseguro que me sorprendió la altísima calidad de los mismos. Una vez cenados, nos relajábamos tomando algún licor en el bar del barco para después poder subir a la discoteca hasta altas horas de la madrugada. El segundo día es una oportunidad para estar tumbado con un buen libro en las cubiertas del barco. Es un auténtico placer el sentir la brisa marina y ver que, al no tener cobertura, estas totalmente en medio del mar sin nada ni nadie que pueda interrumpir esos momentos mágicos de relajación.



Por si las moscas es bueno tener a mano las biodraminas ya que uno se puede marear durante este día de navegación (aunque el cuerpo se acostumbra pronto). También recomendaría entrar en la página de Quail http://www.quailtravel.es/ para poder obtener más información sobre este crucero. Poco a poco, nos iremos acercando al puerto de Civitavechia, para adentrarnos en la histórica ciudad de Roma o pasear por las renacentistas calles de Florencia, de la que estoy totalmente enamorado.