viernes, 7 de mayo de 2010

SALZBURGO, LA DULCE INSPIRACIÓN DEL GENIO










Es curioso que una de las industrias más importantes de la “sacarina” esté ubicada en una ciudad con orígenes “salinos”. Salzburgo, por etimología, viene de “Sal de ciudad”, aunque si bien es cierto, es el rio Salzach quien tiene la patria potestad de su nombre.


Hasta que los victorianos se dignaron a incluir esta ciudad como destino en el mapa de Europa, fue su ilustre hijo predilecto quien más hizo por darla a conocer. Wolfgang Amadeus Mozart es a Salzburgo lo que Cervantes es a la Mancha. Sus nombres se mezclan como la sal y el azúcar con el agua. Mozart ha sido, huelga reconocerlo, uno de los genios más grandes que ha existido y esta ciudad le debe “casi” todo. Todo el que la visita debe hacer obligatoriamente parada en la casa museo y en la casa donde habitó el músico. Hoy en dia podremos sentir que detrás de la sublime música compuesta hubo una persona de carne y hueso, aunque cueste creer que no fuese el mismo “Dios” quien la compuso .


La música y Salzburgo también unen sus ramas en los meses de julio y agosto cuando se celebra uno de los festivales de música clásica más importantes del mundo . Si no cantan Cherubino o Figaro, podremos oír compases de “Edelweiss” en los bares y restaurantes.

Si decidimos contemplar su “otro arte”, nada como dar una vuelta por su calle principal, también denominada de los cereales. La delicada elegancia de sus calles adoquinadas y sus casas barrocas de madera evocan un mundo casi de fábula. La fortaleza de Hohensalzburgo es un simbolo en Salzburgo y da fe del esplendor que la ciudad disfrutaba desde hace siglos. Una época donde la iglesia era el poder más importante (fue estado pontificio por detrás del vaticano) y los arzobispos eran los auténticos príncipes del Sacro Imperio, quienes manejaban y administraban las salinas, las munas, los impuestos y las rentas, asegurando su propia prosperidad y la del territorio que regentaban.

Cerca de Salzburgo, se puede divertir uno con la recreación de los juegos de agua que se realizaban en el castillo de Hellbrunn. Desde el principio, el agua jugó un papel muy importante en el diseño de la residencia de verano del principe de Salzburgo y pronto las numerosas fuentes del Monte de Hellbrunn llenaron de vida esta extensa propiedad. Tanto los riachuelos que discurren bajo las sombras de árboles y arbustos como los chorros que brotan de inesperados escondites, fueron una gran fuente de diversión para sus visitantes. Desde hace casi 400 años, los Juegos de Agua constituyen la atracción principal de Hellbrunn.

Y si de juegos hablamos, uno de sus teatros más famosos es el formado ni más ni menos que por marionetas. Estos muñecos representan sobre todo óperas, muchas de ellas, cómo no, de Mozart. Para las personas que las hacen moverse son necesarios de 4 a 5 años de aprendizaje. Es un espectáculo sublime.

La gastronomia
Nunca pidais un simple café en las tradicionales cafeterías de Salzburgo. En el Café Tomasselli, el más antiguo de Austria por ejemplo, podremos saborear la gran cultura cafetera que existe en este país, descubriendo las sutiles diferencias que hay entre un Melange (café con leche), un Verlängerter (café americano), un Einspänner (café solo con nata) o un Groβer Brauner (café solo doble con nata). Y que mejor acompañamiento que degustar las exquisitas tartas de Austria, entre las que figuran sin duda el Apfelstrudel (tarta de manzana), la Tarta Esterhazy o la indescriptible Tarta de Mozart. Uno de los recuerdos dulces preferidos para llevar es la "Mozartkugel", una composición inconfundible de nougat, mazapán y chocolate.

Para el pequeño tentempié a media mañana os recomiendo las tiendas delicatessen del Casco Antiguo, una visita al mercado Grünmarkt de la ciudad o bien los mercados de productos agrícolas que se emplazan en las Plazas Mirabell y Papageno.

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