lunes, 26 de marzo de 2007

BERLIN, UN MURO QUE DERRIBAR






Berlin tiene una fecha gravada en sus calles. El 9 de Noviembre de 1989 cayó la primera piedra del Muro de Berlin. Diez años más tarde, de haber juntado todas las piezas del muro que los oportunistas decían poseer, probablemente se tendría un muro cinco veces más de alto del que realmente existía. Después de todo, ha habido suficientes escombros para explotar desde que la “ewig junge Stadt(“Ciudad eternamente joven”) de Marlene Dietrich se convirtió en la mayor obra de Europa Occidental, una zona de recreo para los principales arquitectos del mundo, parte de un enorme programa de rejuvenecimiento posterior a la reunificación. Cuatro naciones lo compartían. JFK dijo que era berlinés. Ahora todo el mundo quiere su trocito.

Berlin pasó a ser una ciudad de encrucijada de culturas. De un día a otro se cambió totalmente sus valores, formas y creencias. Recuerdo una anécdota que me contaron allí. Un panadero de la parte oeste contrató a un aprendiz que había vivido siempre en la parte este. El panadero se marchó del negoció y cuando volvió no vió a nadie trabajando. Al día siguiente preguntó al aprendiz porque se había ido, y este le respondió “Se terminó la harina”. Hoy en día las mentalidades ya han cambiado y se han adaptado a los nuevos tiempos de libre mercado. Sugiero ver la película “Goodbye Lenin” del director Wolfgang Becker.

Una mujer se convirtió en icono en una época en la que Paris era la vanguardia. Marlene Dietrich nació artisticamente en los humeantes clubes de la Alemania de los años 20. Eran el escenario idoneo para que su atrayente sensualidad y liberal sentido de la sexualidad convirtieran la ciudad en el polo alternativo de las modernidades francesas. “El angel azul”, sobrenombre por el que se la conocia, dió vida a los cabarets de entre guerras. Hoy podemos ver como continuación del licencioso liberalismo de Friedichstrasse la Love Parade: un millón de personas construyendo el futuro en el Tiegarten (literalmente, “jardín de los animales” y antiguo pabellón real de caza), a ambos lados del bulevar central de Unter den Linden.

Los años de vanguardia también fueron los de Bauhaus, la unión estética y funcional del arte con el diseño creada por Walter Gropius. Esta herencia arquitectónica, junto con la urgente necesidad pos-República Democrática Alemana de reinventarse a si misma, ha sido el desencadente que ha provocado la aparición masiva de agencias inmobiliarias y de lo que ellos llaman la einstuerzende Neubau (construcción rápida de nuevos edificios). Hoy podemos ver como los principales arquitectos luchan por dejar su huella en esta ciudad. De esta manera, la nueva ciudad se contruye sobre las ruinas de la antigua tratando de no olvidar ni negar el pasado, sino cargarlo de significado creando santuarios para demostrar que han aprendido la lección.

Sin embargo, hay quienes no entienden todo este revuelo (especialmente los que no saben nada de grúas, vidrio y aluminio) y dejan pasar la oportunidad de observar como se transforma una metrópolis inusual, silenciosa, extensa y definitivamente rural en algunos lugares.


Berlin, con semejanzas a su cercana Amsterdam, se puede considerar como un pais dentro de un pais por el florecimiento de una cultura de bares alternativos y una energia caótica y carnal, aunque norteña, muy diferente a la de cualquier otro lugar de Alemania, si no de toda Europa.

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