sábado, 11 de noviembre de 2006

ENCONTRONASO NIUSPEIPER PREPUCIO

HOLA!!!!!Una vez devueltos por las olas a esta orilla atlantica he encontrado una miaja de tiempo pascribir las Sensaciones que tuve cuando estuve en el encontronazo. Lo que aqui narro como siempre y siguiendo mi fiel estilo narrativo es verdad de la de a 2 duros, pero siempre adobada con el gracejo humoristicosurrealita con el que me he definido en este Glupo, asin que os la paso. Deciros que la cLoQueTa con pan rayao y chop suey de Pollo de NY y Boston le he dao la avuelta pa que se haga mas por abajo y no se quede como los profiteroles, caliente por fuera y fria por dentro, asi que aparecerá en breve. Para un adelanto os dejo este poema de nuestro insigne escritor FedeLico Garsia Lorca Asesina titulado Nueva York. VA POR USTEDES!!!!!!!!
Debajo de las multiplicaciones hay una gota de sangre de pato. Debajo de las divisiones hay una gota de sangre de marinero.Debajo de las sumas, un río de sangre tierna.Un río que viene cantando por los dormitorios de los arrabales,y es plata, cemento o brisa en el alba mentida de New York.Existen las montañas, lo sé. Y los anteojos para la sabiduría, Lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.Yo he venido para ver la turbia sangre, la sangre que lleva las máquinas a las cataratasy el espíritu a la lengua de la cobra. Todos los días se matan en New York cuatro millones de patos, cinco millones de cerdos, dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,un millón de vacas, un millón de corderos y dos millones de gallos que dejan los cielos hechos añicos.Más vale sollozar afilando la navaja o asesinar a los perros en las alucinantes caceríasque resistir en la madrugada los interminables trenes de leche, los interminables trenes de sangre, y los trenes de rosas maniatadas por los comerciantes de perfumes. Los patos y las palomas y los cerdos y los corderos ponen sus gotas de sangre debajo de las multiplicaciones;
y los terribles alaridos de las vacas\nestrujadasllenan de dolor el valle donde el Hudson se\nemborracha con aceite.Yo denuncio a toda la gente que ignora\nla otra mitad, la mitad irredimible que levanta sus montes de\ncementodonde laten los corazones de los animalitos que se\nolvidany donde caeremos todos en la última fiesta de\nlos taladros.Os escupo en la cara. La otra mitad me escucha\ndevorando, orinando, volando en su purezacomo los niños\nen las porterías que llevan frágiles palitos a\nlos huecos donde se oxidan las antenas de los insectos. No es\nel infierno, es la calle. No es la muerte, es la tienda de\nfrutas.Hay un mundo de ríos quebrados y distancias\ninasiblesen la patita de ese gato quebrada por el\nautomóvil,y yo oigo el canto de la lombrizen el\ncorazón de muchas niñas. Óxido, fermento,\ntierra estremecida. Tierra tú mismo que nadas por los\nnúmeros de la oficina.¿Qué voy a hacer?,\n¿ordenar los paisajes?¿Ordenar los amores que luego\nson fotografías,que luego son pedazos de madera y\nbocanadas de sangre?San Ignacio de Loyolaasesinó un\npequeño conejoy todavía sus labios gimenpor las\ntorres de las iglesias.No, no, no, no; yo denuncio.Yo\ndenuncio la conjura de estas desiertas oficinas que no radian\nlas agonías, que borran los programas de la selva,y me\nofrezco a ser comidopor las vacas estrujadascuando sus gritos\nllenan el valledonde el Hudson se emborracha con aceite. \n\n\n\n",0]
);
//-->
y los terribles alaridos de las vacas estrujadasllenan de dolor el valle donde el Hudson se emborracha con aceite.Yo denuncio a toda la gente que ignora la otra mitad, la mitad irredimible que levanta sus montes de cementodonde laten los corazones de los animalitos que se olvidany donde caeremos todos en la última fiesta de los taladros.Os escupo en la cara. La otra mitad me escucha devorando, orinando, volando en su purezacomo los niños en las porterías que llevan frágiles palitos a los huecos donde se oxidan las antenas de los insectos. No es el infierno, es la calle. No es la muerte, es la tienda de frutas.Hay un mundo de ríos quebrados y distancias inasiblesen la patita de ese gato quebrada por el automóvil,y yo oigo el canto de la lombrizen el corazón de muchas niñas. Óxido, fermento, tierra estremecida. Tierra tú mismo que nadas por los números de la oficina.¿Qué voy a hacer?, ¿ordenar los paisajes?¿Ordenar los amores que luego son fotografías,que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre?San Ignacio de Loyolaasesinó un pequeño conejoy todavía sus labios gimenpor las torres de las iglesias.No, no, no, no; yo denuncio.Yo denuncio la conjura de estas desiertas oficinas que no radian las agonías, que borran los programas de la selva,y me ofrezco a ser comidopor las vacas estrujadascuando sus gritos llenan el valledonde el Hudson se emborracha con aceite.

No hay comentarios: